13 ene 2011

El Paquete

El calor era insoportable, la leve brisa de un ventilador no aliviaba ni un poco. Levantando un vaso de agua, la hermosa Aileen me miró, sonrió y se echó un cuarto de litro del liquido elemento por encima.
Llevábamos dos semanas en aquella casucha en medio de la nada, los dos solos, y en todos esos días no había parado de intentar seducirme. A veces flaqueaba y pensaba "¿Quién se va a enterar?" pero pronto volvía en mí "El trabajo es el trabajo". 
No es fácil resistirse a una chica como Aileen, piel suave y blanca como la leche, pelo negro brillante y ojos de un azul tal, que después de verlos, el cielo te sabe a poco, todo acompañado de un físico espectacular y una voz dulce a la vez que profunda. Me sentía orgulloso de resistir ante tal presión y ante tal mujer, aunque también me sentía un poco idiota, y no sin razón.
Dos semanas esperando un paquete, no sabíamos lo que contendría, no sabíamos cuando llegaría, ni tampoco sabíamos lo que pasaría cuando llegara. Nos entreteníamos viendo películas y contándonos nuestra vida, pero los temas de conversación no tardaron en acabarse, desde entonces no paraba de tentarme.
El calor no ayudaba, ni siquiera podía dormir, hasta una noche. No se el porqué, pero esa noche caí redondo, quizá fuera el cansancio, quizá bebí mas cerveza de la cuenta, solo sé que dormí como un bebé.
Desperté como nuevo, volvía a estar de ánimo para seguir esperando, Aileen no estaba en su habitación, estaría dando una vuelta, preparé café y me senté en el porche observando como se acercaban unas nubes del gris mas amenazador que había visto en mi vida, ya hacía falta un buen chaparrón.
Todo parecía mejorar, idiota de mí. Cinco minutos mas tarde veo a Aileen venir corriendo, exhausta, le di unos segundos para que recuperase el aliento.
- ¿Qué ocurre? - Pregunté preocupado.
- Les he... Les he visto.
- ¿A quién has visto?
- Unos tipos... Unos tipos en todoterreno. Han acampado al otro lado de la colina.
- ¿Crees que están esperando lo mismo que nosotros?
Aileen asintió. Sabíamos que podía pasar, nos lo advirtieron, lo que no nos dijeron era qué hacer en caso de que ocurriera, no lo hicieron porque no tenían que hacerlo, tanto Aileen como yo estábamos adiestrados para trabajos como este, no sería la primera vez que las cosas se ponen feas, al menos para mí.

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